lunes, 11 de abril de 2011

La revolución del caracol

En 1986 el periodista y gastrónomo Carlo Pedrini, indignado por la apertura de un Mc Donalds en la Plaza de España de Roma, puso la primera piedra de lo que se denomina "Movimiento Slow".



Esta filosofía de vida aboga por desacelerar el ritmo de las actividades humanas, por el contacto con la naturaleza y por tomar el debido tiempo para las actividades placenteras (hobbies, sexo, comer o descansar), disfrutando más de ellas. Reclaman una sanidad más humanizada, una educación que no fomente la competitividad y puestos de trabajo menos alienantes.

En 1999 un pequeño grupo de poblaciones italianas crearon el movimiento de ciudades lentas "Cittaslow". Hoy es una red que ya se ha extendido por toda Europa y Estados Unidos. Nuestros municipios lentos son, de momento, Pals, Begur y Palafrugell en Girona, Mungía y Lekeitio en Vizcaya, Bigastro en Alicante y Rubielos de Mora en Teruel. Apuestan por el desarrollo sostenible, las energías renovables, el desarrollo de comercios próximos, productos regionales y costumbres locales. No renuncian a las nuevas tecnologías, ya que ayudan a mejorar la calidad de vida, pero rechazan por completo el urbanismo voraz, la contaminación y el uso irracional del agua.

¿Más despacio se vive mejor? ¿Es posible para todos? Yo lo creo sin duda alguna, aunque solo sea en pequeños gestos cotidianos. Por eso hago cosméticos naturales, entre otras cosas.

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